La libertad sería la potestad de los seres humanos para actuar según sus resoluciones, juicios, conciencia y voluntad. Refiriéndonos a los ciudadanos de un país sería la opción para proceder o no según su propósito y lo que establecen las leyes.
Todo esto es muy interesante, pero ¿realmente eso es lo que entendemos por libertad?
Para muchos la libertad es hacer lo que les plazca sin tener en cuenta, ni las leyes ni a los demás congéneres. Sin embargo, eso entraría dentro de lo que es una anarquía, es decir, la ausencia total de estructura gubernamental de un Estado, un caos o una forma de gobierno político.
¿Realmente somos libres? Mi opinión es que no, siempre hay algo y sobre todo alguien que nos recorta esa libertad, aunque seamos nosotros mismos. No olvidemos que mi libertad termina donde empieza la tuya. Una verdad como un castillo, pero de la que se podrían entresacar detalles.
Todo el mundo lucha por su libertad; los partidos políticos te ofrecen su libertad y te la vende como lo más lógico o normal en una sociedad que dice llamarse “libre”. No hagas caso a todo lo que oigas y, sobre todo, como te lo presenten. Hay formas de influir en las personas muy sutilmente, es lo que hoy llamamos la “Ingeniería social”.
La ingeniería social, podríamos definirla como la conducta de influir en las transformaciones de los ciudadanos en la estructura social, conductas, relaciones e incluso actos sociales. Por ejemplo, un gobierno puede influir en la sociedad aumentando los impuestos a un carburante para que, con ello, deje de utilizarse, y que, además del tema económico, el tema psicológico de que “aunque tu puedas, el Estado no puede” o “ser culpable de la contaminación del planeta” (en estos puntos, no quiero entrar en ningún debate, son dos ejemplos, sin más).
Sigamos con más datos. No somos libres porque en las redes sociales estamos permanentemente vigilados, desde nuestra propia compañía telefónica, hasta la cookie más insignificante, pasando por nuestra geolocalización y grabación de nuestras conversaciones, ya sean escritas o habladas.
Hemos dejado de ser libres y no hemos perdido la libertad, nos la han robado. Hay incluso páginas creadas para que, incrédulos de nosotros, apoyemos una determinada iniciativa, lo que no sabemos es que esas páginas están abiertas a vender nuestra información a los contrarios a esa iniciativa y así tenernos en sus bases de datos como activistas contrarios a sus ideas.
El mundo ya no es lo que era, ese lugar donde las oportunidades se forjaban con valores y con méritos. Hoy se forjan con dinero e información instantánea y en tiempo real.
Nuestros datos, más que nunca y a pesar de todas las leyes, que en teoría nos cubren, están más expuestos que nunca.
¿Aún te sientes libre?
Seguiremos hablando de este tema y otros parecidos. Feliz día para todos
«Nadie, es perfecto, pero… ¿Quién quiere ser Nadie?»
Toda la razón, gracias por tu aportación para que tantos que duermen vayan despertando